Los murciélagos del tubo de lava de Moctezuma

En el 2016 tuve la oportunidad de visitar uno de los paisajes volcánicos más icónicos de Sonora: La Reserva de la Biosfera El Pinacate y Gran Desierto de Altar. La invitación fue por parte del “Batman” de México, Rodrigo Medellín y su equipo del laboratorio de Ecología y Conservación de Vertebrados Terrestres de la Universidad Nacional Autónoma de México. En ese momento fue cuando conocí mi primer tubo de lava, y una de las cuevas de maternidad más grandes descritas para el murciélago magueyero menor (Leptonycteris yerbabuenae). Sin duda es uno de mis recuerdos más memorables como biólogo de cuevas y fan de los murciélagos.

Sin embargo, ese año también tendría la oportunidad de conocer otro tubo de lava en Moctezuma, en el noreste de Sonora dentro de las Islas del Cielo. Allí, hay un paisaje volcánico de 380 km² al sureste de este municipio.

Entrada de la cueva volcánica Cerro Blanco en Moctezuma, Sonora. Crédito: Omar Calva.

Si utilizas algún sistema satelital para explorar los alrededores, podrás observar imponentes mesetas caracterizadas por su tonalidad oscura o negra. Pero ¿cómo fue que encontramos esta cueva?

Todo inició con un mensaje en la página de Facebook del Grupo Pionero Espeleológico de Sonora, un grupo que cofundé, después de una serie de entrevistas que tuve acerca de mi trabajo de maestría. Jesús Alain Durazo fue quien nos llamó para explorar la cueva y desenmascarar sus secretos. En cuanto al nombre del tubo de lava, conocido como Cueva Cerro Blanco, debe su nombre a un cono volcánico cercano llamado Cerro Blanco.

Algo que llama la atención cada vez que la visitamos es el cambio en la vegetación. Conforme avanzamos por la carretera, puedes ver como los árboles se encogen. Cuando llegas a la zona volcánica, los mezquites, palos verdes y otros árboles tienen la apariencia de arbustos, posiblemente por las condiciones del suelo donde se encuentran.

Al llegar, solo es cuestión de caminar 200 metros para localizar la entrada principal, parcialmente escondida por una densa cobertura vegetal. Recuerdo la emoción por entrar y liderar la expedición. El objetivo es siempre el mismo cuando exploramos una cueva: explorar en su totalidad, realizar su mapa y ver qué especies de murciélagos hay. Así que nos alistamos para entrar con nuestro equipo básico, con una red de mano para identificar in situ a los murciélagos.

Primera sección del tubo de lava de Moctezuma, con una entrada amplia y techo alto. Crédito: Jorge Clayton.

Durante la primera exploración, observamos tres secciones a pesar de solo ser un tubo largo. Al inicio es una caminata sencilla. La primera sección es bien amplia y es difícil alcanzar el techo. Pero conforme avanzabamos, las paredes y techo se reducían, y comenzaba la sección donde solo se puede acceder gateando o arrastrándose por completo.

Al finalizar esta sección fue cuando encontramos a los protagonistas de nuestras expediciones. Miles de murciélagos descansando en el techo, y un suelo completamente cubierto de guano, que al poner atención, vemos como se mueve constantemente, esto por la presencia de miles y miles de insectos, ácaros y otros organismos.

Colonia del murciélago lomo pelón menor (Pteronotus davyi). Crédito: Sergio Müller.

Dejando atrás la narración de la exploración por un momento, en este tubo de lava encontramos varias especies de murciélagos, aunque aún no sabemos si su presencia es estacional o permanente. Hasta la fecha, se han descrito tres especies de murciélagos insectívoros.

Las especies son el murciélago fantasma (Mormoops megalophylla), el murciélago lomo pelón menor (Pteronotus davyi) y el murciélago orejón californiano (Macrotus californicus). Estos murciélagos se alimentan principalmente de insectos como polillas, escarabajos y grillos, desempeñando un papel crucial en el control de plagas. El tamaño de sus poblaciones varía: Mormoops megalophylla puede formar colonias de hasta 10,000 individuos, similar a lo observado en la cueva, mientras que las otras dos especies suelen formar colonias más pequeñas, de no más de 300 individuos.

Regresando a la exploración, la última sección es solo posible de alcanzar al arrastrarse por un superficie plano de seis metros, conocido como un laminado. Es el lugar más estrecho, y es un reto al que encontramos divertido de hacer cada vez que tenemos la oportunidad de visitar la cueva. Aquí, la humedad es casi del 100%, y el tubo vuelve a ensancharse, permitiendo la exploración a pie. Esta sección final ofrece un fascinante contraste con las áreas anteriores.

Arrastrándose a través de un laminado estrecho en el tubo de lava de Moctezuma. Crédito: Omar Calva.

De regreso es cuando hicimos la toma de las medidas, y descubrimos que habíamos estado en un tubo de 550 metros de extensión y una profundidad de 13 metros. Mucho más larga que la que se ubica en la Reserva El Pinacate, pero cumpliendo con la misma función: ser un refugio de importancia para los murciélagos de Sonora.

Afortunadamente, estas tres especies no enfrentan problemas de conservación. Sin embargo, la perturbación de las cuevas, ya sea por visitas inadecuadas o destrucción, puede tener consecuencias negativas para las poblaciones de murciélagos. Así que si conoces una cueva o un tubo de lava con murciélagos, consulta a un espeleólogo experto para conocer el procedimiento adecuado antes de entrar. Los murciélagos son nuestros aliados, y juntos podemos cuidar su hábitat y protegerlos.

Omar Calva es pasante de comunicaciones para Sky Island Alliance. Un experto espeleólogo de Sonora, él está cursando su doctorado en la Universidad Eötvös Loránd de Hungría, centrándose en la filogenia y biogeografía de uno de los crustáceos cavernícolas del país.